FOTOLIBERTAD 2011.

FOTOLIBERTAD 2011.















PRIMER ANIVERSARIO DE TLAXCALLAN 13.




CONACULTA – INAH


OCOTELULCO
Boletín Cultural e Informativo del Museo y Zona Arqueológica de Ocotelulco.

Año 2 No. 2 Enero-Abril de 2006.

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EDITORIAL

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Los depósitos arqueológicos que se han explorado en el pueblo de San Francisco Ocotelulco, tuvieron una gran presencia de materiales óseos pertenecientes a arqueo fauna que ha hecho evidente la presencia en el lugar de xoloitzcuintles  (una especie de perro lampiño muy apreciado como alimento), guajolotes, codornices, venados, berrendos, jaguares, tortugas, peces, armadillos, entre otras especies que fueron parte de la vida cotidiana del pueblo prehispánico de Ocotelulco. ¿De qué regiones se proveyeron de ellos y como fueron aprovechados? Son algunas de las preguntas a las que se da respuesta en el primer artículo del boletín.
Otros materiales arqueológicos con una importante presencia en los contextos arqueológicos del lugar, son un gran número de pesos de barro de formas cónicas llamados malacates. El tamaño y peso de estos objetos son características importantes para identificar su utilidad en la confección del hilo de ixtle (fibra obtenida de las pencas del maguey) o en la del algodón.
En las sociedades del México prehispánico, con algodón se confeccionaron los vestidos de personajes nobles y de gobernantes. Se consideró un material muy apreciado y que solo se obtenía por comercio con regiones de clima cálido, que era quienes lo producían.
Tlaxcala, al parecer, vivió durante un gran periodo de tiempo un bloqueo comercial que les impuso el pueblo mexica. Se ha pensado que entre los bienes de comercio afectados por tal acción fue el algodón… sin embargo… ¿hay evidencia de trabajo realizado con esa fibra en Ocotelulco? Sí lo hubo ¿Qué tan importante fue?
El análisis de materiales arqueológicos que hemos efectuado nos ha proporcionado gratas sorpresas, acompáñanos a descubrirlas.


EN NUESTRA PORTADA


La portada del boletín la ilustra un plato policromo con bordes extendidos encontrado en el sitio de Ocotelulco. Tiene una altura de 3.3 cm. Y con diámetro de 26.6 cm.
 Entre los diseños pictóricos que podemos observar en el, están la cabeza de un ave muerta como elemento central y que fue colocada en el fondo de la pieza. Probablemente se trate de la representación de un zopilote.
Cercanos al borde, fueron  pintados y colocados de manera simétrica, otras dos cabezas de ave, en este caso quizá se trate de codornices; además de dos pares de espinas de sacrificio pintada una de ellas en blanco y negro y otra en blanco y rojo. El plato fue hallado formando parte de una ofrenda junto con otras piezas cerámicas asociados a la presencia de huesos de aves. La ofrenda fue encontrada en el piso de un pasillo y fue colocada ahí poco antes de clausurarlo. El plato así como los demás objetos cerámicos que integraron el depósito, se les encontró fracturados y con algunos faltantes, ya que poco antes de inhumarlas, se les dio una muerte ritual quebrándolos y se les extrajeron algunos fragmentos.
Respecto a los diseños de ave presentes en la pieza, se sabe que algunas especies formaron partes de rituales religiosos celebrados cotidianamente entre los tlaxcaltecas. Por ejemplo en el documento “Teogonía e historia de los mexicanos” se menciona como era común realizar ciertas ceremonias al estrenar una casa nueva. En ella, a una gallina de la tierra (guajolote) se le cortaba la cabeza delante del fuego nuevo que habían formado en medio de la habitación, derramando la sangre que le brotaba y tomando pedazos del ave ungían con ellos las cuatro paredes, los morillos del jacal y los “lumbrares” y lados de las puertas. También durante la festividad realizada en honor al dios Camaxtli, la más importante deidad en esa sociedad, así como en otras ceremonias importantes, los sacerdotes tlaxcaltecas ofrecían vivas delante del ídolo, a un gran número de codornices, entre otros animales, a las cuales se les sacrificaba posteriormente y con su sangre se rociaba el altar y al ídolo que lo representaba. A esta ave, así como al águila y el zopilote se les asociaba con cultos solares y con el sacrificio humano de guerreros enemigos.




PRESENCIA DE FAUNA SILVESTRE EN EL SITIO ARQUEOLÓGICO DE OCOTELULCO COMO MARCADOR DE ESTATUS URBANO.

Por Jesús Ilhuicatzi Vázquez
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A principios del siglo XVI, el territorio tlaxcalteca estaba distribuido en cuatro provincias fisiográficas (La fisiografía es la descripción de los rasgos físicos de una superficie terrestre y de los fenómenos que en ella se producen. Lugo Hubp, José, Diccionario Geomorfológico, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989-89.) Y otra que se localizaba en la frontera norte y que se formaron por cambios climáticos ocurridos en el año 1200 d.n.e. La temperatura era fría y seca debido al avance glaciar que provocó que los asentamientos que se encontraban por encima de los 2500 m.s.n.m. fueran abandonados y se ubicaran en las laderas contrapuestas de La Malinche y, así, la población quedó concentrada en el eje Tlaxcala-Apizaco ( Wilhelm Lauer,” Medio ambiente y desarrollo cultural en la región de Puebla y Tlaxcala” México Vol. III, Ángel García Cook y Beatriz Merino Carrión –compiladores- Lorena Mirambell Silva –coord.- Antologías,  Serie Arqueología ,INAH del estado de Tlaxcala 1997: 225-230) ver mapa 1.
De esta forma la fauna recuperó parte de los nichos ecológicos que habían perdido durante la expansión de los pueblos.

REGIONES FISIOGRAFICAS DE TLAXCALA

Al norte se encontraba la provincia fronteriza de Tlaxcala y la serranía de Zacatlán mejor conocida como la Totonacapan que se caracteriza por sus cordilleras y montañas donde actualmente se ubica la Sierra Tlaxco Caldera-Huamantla. Su población aprovechó la cacería como recurso indispensable para obtener una gran variedad de animales silvestres como conejos, liebres, codornices, patos y otras aves de temporada. Esta región es muy abrupta debido a su topografía que alberga una gran variedad de animales salvajes:

“…Hay grandes fieras de leones y tigres, lobos y otras animalias incógnitas: culebras, víboras, grandes y pequeñas, caza de venados, ciervos y gamos y otras especies de esta propiedad; diversidad de aves, papagayos y gatos silvestres ha producido y produce. (René Acuña –editor-, Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala México. UNAM, 1984:70,T:I:)

Al sureste del antiguo territorio se localiza la Sierra de Tlaxcala (Matlalcueye) que en la actualidad pertenece a la región del volcán La Malinche que es un bosque de coníferas y en la antigüedad estaba repleta de fauna:

“… adonde se cían gran copia de venados y leones y otras fieras, gallinas y gallipavos y sabandijas de innumerables propiedades y maneras”. (Ibid: 72.)

En el valle de Atzompan que se ubica en la región fisiográfica conocida como la Sierra de Apam y Pie Grande, se caracterizó por tener zonas de matorrales y pastizales:

“…los llanos se tuvieron por inútiles y sin provecho, porque en ellos había muchas animalias fieras de lobos y leones pardos y adives, y gran cantidad de víboras ponzoñosas y culebras y muchedumbre de venados, ciervos, corzos y gamos que llaman “venados berrendos”, en tanto número , que parecían grandes manadas de ovejas (….) Había tantas liebres berrendas y de tanta ligereza, que no había galgos que las pudiesen alcanzar, y la misma ligereza tienen los venados berrendos (…) la mayor parte de ellos blancos y por eso los nuestros los llaman venados berrendos (…) tienen la cornamenta a manera de los que tienen los ciervos aspados (aunque) son más cortos y los tienen en la frente como unicornio. (Ibid: 87).

Para la región de Apizaco que se ubica en los llanos y lomeríos del centro del estado de Tlaxcala, era en aquella época una zona lacustre con grandes pastizales:

“…tenía muchas lagunas y ciénagas particulares a pequeños y grandes trechos; hay caza de liebres berrendas y pardas, y conejos y codornices, y otras sabandijas, ansí como tejones y adives, que son a manera de zorros y lobos, y otros animalejos que traen los hijos en el ombligo en una bolsa, que llaman Tlaquatzin y una cola a manera de rabo de puerco, de muchas y grandes propiedades para la salud humana. En las ciénagas, a sus tiempos hay gran suma de aves, patos reales y de diversas especies, garzas blancas y reales: Ansí mismo hay muchedumbre de aves de rapiña, azores, neváis y gavilanes, aguilillas amenera de gerifaltes,y sacres buharros y milanos, quebrantahuesos, auras (que son unas aves inmundas y sucias)y cuervos, e innumerables bandadas de tordos de diversos colores: negros y colorados y blancos y amarillos, y otras aves de diversidad de especies (…)Todo esto se ve en las ciénegas y lagunas de Atzompan, Santa Clara y Atlangatepec:” (Ibid 91).
La región de Hueyotlipan está dentro del Bloque Tlaxcala, se caracterizó por una vegetación de bosques de encinos y madroños, matorrales (rosetofilo, izotal y chaparral) y pastizales. El lugar era la frontera con la población de Texcoco en la cual estaba asentado el señorío de Hueyotlipan que funcionaba como garita.
“…en la tierra de Hueyotlipan. Alacanza en torno de si, tres o cuatro lagunas, de que beben los naturales: no tienen aguas de fuentes ni de ríos, ni pescado, si no son de los lagartillos que llaman ajolotes, pescado sano y sin escamas, como lo dejamos referido cuando tratamos de la laguna de Topoyanco. En toda esta tierra hay caza de liebres pardas y berrendas, y de venados ciervos, y gamos ycorzos y conejos, codornices y, en algunos tiempos del año, hay en esta laguna una gran suma de grullas y ánsares y patos de diversidad de raleas y especies; aunque no crían, ni se halla  que en esta Nueva España se críen, porque desde Octubre, que vienen y están hasta principios de Marzo, que se van, no parecen más en todo el año (…) más hay cuervos, tordos, hurracas, sacres y neblis, gavilanes, cernícalos águilas caudales y águilas gerifaltes, de suerte que hay muchedumbre de aves de rapiña”(Ibid 95).
Por último se menciona el lago de Acuitlapilco que forma parte de la región del Valle Tlaxcala-Puebla (llanura aluvial con lomeríos). Este lugar era optimo para la pesca y la cacería de aves con redes y lazos. 
La fauna acuática está representada por el axolotl o ajolote y las aves como la grulla, el ánsar y los patos de diversas especies que llegaban por temporada. (Ibid: 58-64)
LA PROVINCIA DE TLAXCALA EN EL SIGLO XVI.
Tlaxcala estaba integrada por varios tecalis o señoríos como son: Ocotelulco, Tizatlán, Tepeticpac, Quiahuiztlán, etcétera.  A su vez cada uno de ellos se encontraba dividido en varios tequitl  que comprendían a pueblos repartidos en unidades tributarias y cuadrillas. Los tecalis son las corporaciones económicas, políticas y territoriales mas importantes porque son los núcleos que rigen a otras poblaciones a una escala regional debido a la interacción entre la la localidad rural y urbana como centros de distribución y consumo. Uno de los productos mas importantes lo fue la fauna silvestre que algunos asentamientos de menor tamaño intercambiaban o tributaban, lo cual establecía en la actividad de la caza y la pesca una especialización de áreas o sitios rurales.
En la época del contacto, el tecalli de Ocotelulco estaba considerado como la urbe mas rica e importante de todo Tlaxcala debido a su fuerte economía que se seflejaba en su mercado con mas de 30 000 personas comerciando una gran diversidad de productos y materias primas. Debido a que la agricultura no satisfacía sus necesidades alimenticias, necesitaban adquirir sus alimentos por medio del tianguis o del tributo.  Sus habitantes se especializaban en la construcción y en las artesanías que manufacturaban en una gran variedad de productos, después continuaban los curanderos, los mercaderes y algunas peronas que daban servicio a la comunidad.( Anguiano Mariana. “ División del trabajo en Tlaxcala a mediados del siglo XVI”, en Padrones de Tlaxcala del siglo XVI y Padrón de nobles de Ocotelulco. México, centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1987, 27-47).
Se tienen registrados para el tecalli de Ocotelulco a un pequeño grupo de 85 personas dedicadas a la pesca y en menor proporción en Quiahuiztlan. Es decir, cada tequitl de Ocotelulco contaba con pescadores llamados tlatlamanque y estaban situados en los márgenes de ríos, arroyos y lagos. Estos pueblos eran Chimalpan como el mas importante en la pesca, después le siguen Quauhtelolpan, Acuitlapilco, Atlapan, Xiloxochtlan, Coyouacan, Texoloc, Tepeyanco, Huactzingo, Axocomanitlan. Por otro lado, los pueblos pesqueros de Quiahuiztlan estaban localizados en Panotla y Tenayacac sobre la ribera del rio Atoyac. De la misma forma, los pueblos especializados en la ceceria solo están registrados para el cuarto tequitl de Quiahuiztlan y se localizan en Hueyotlipan y Quauhtochco ubicados en las partes montañosas o serranías. ( Idem)
Desafortunadamente, las cedulas históricas solo mencionan a estos dos tecallis que sirven como ejemplos de poblaciones especializadas en la apropiación de alimentos. Pero existen muchos mas pueblos que siguen la misma estructura social que se encuentran en otras zonas naturales como la región de Apizaco, la frontera norte de Tlaxcala y la sierra de la Malinche. 
El sistema de estrategias en las regiones naturales de Tlaxcala
Para llevar a cabo dicho sistema la población se organizaba en torno a los diferentes métodos tecnologicos de caceria y pesca que conocían para explotar su medio natural. (El sistema de estrategias esta vinculado a la interaccion dinámica de la población y su medio ambiente. Reitz Elizabeth S. Wing. Zooarchaeology. Cambridge, University Press, 1999: 239-240)
De la misma forma, tenían una nocion amplia sobre el aprovechamiento de la fauna local y migratoria que llegaba en distintas épocas del año y como las instituciones sociales interactúan.
Los métodos consistían en conocer que tipo de animal vivía en determinado hábitat, cuando vivian allí, la herramienta adecuada para su obtención y el costo y riesgo para cazar determinada fauna salvaje. La población se especializaba en diferentes tipos de caza debido a los distintos peligros que ocasiona esta actividad, entre la de menor riesgo esta la caceria mayor del venado cola blanca y el berrendo que se realizaba en el valle de Atzompa, en la región de Hueyotlipan, en la sierra de Tlaxcala y en su frontera norte, y por otro lado, la caceria menor de liebres, conejos, tlacuaches, patos y codornicsque eran explotados en todas las regiones.
La caceria mayor y menor que se realizaba en las zonas boscosas y donde había mucha vegetación que dificultaba la utilización de armas arrojadizas, era a través de trampas con lazos atados a un árbol para que no escaparan. Por otro lado,  las regiones que se caracterizaron por tener grandes pastizales, utilizaron el arco y la flecha y redes que eran las herramientas mas optimas para este tipo de entorno. Sin embargo, existía gente dedicada a la caceria de felinos como el jaguar, el puma, el ocelote y el gato montes que se encontraban en la frontera norte de Tlaxcala y en las serranías de Zacatlan, aunque era común la presencia del puma en la sierra de Tlaxcala y en el valle de Atzompan. Esta actividad era la mas peligrosa porque los cazadores exponían su vida como lo mencionaba Sahagun:
“Los cazadores tenían cuenta con que no habían de tirar al tigre mas de cuatro saetas; esta era su costumbre o devoción, y como no le matasen con las cuatro saetas, luego el cazador se daba por vencido… hecho esto recogase, da un salto, como volandoy arrogase sobre el cazador aunque este lejos diez o quince brazas, no da mas de un salto… luego mata al cazador y se lo come”. (Sahagun, Fray Bernandino. Historia General de las cosas de Nueva España. Mexico, Porrua -Colección Sepan cuantos no. 300-, 1999: 621)
Sin embargo, las poblaciones que se especializaban en la captura de peces o aves como los patos, explotaban áreas acuáticas que se encontraban en los márgenes de los ríos, ciénegas y lagos. Para atrapar aves acuáticas empleaban una gran diversidad de instrumentos de caza, como son: la lanza, la fisga, el atlatl, las redes y los postes. Este último método consistía en clavar postes largos en el fondo del lago y colocar una red al día siguiente que amanecía, entonces los cazadores espantaban a los patos  que asustados levantaban el vuelo y quedaban atrapados en la red. Por otro lado, los instrumentos de pesca consistían en la utilización de redes y cañas de pescar.
Por lo regular, la población siempre obtenía carne casi todo el año, ya sea por medio de animales domésticos (guajolote y perro) o de temporada. La cacería de fauna temporal se realizaba a partir de Octubre a Marzo cuando llegaban provenientes del norte del continente, grullas, ánsares y patos de los lagos de Acutlapilco, Atlangatepec y al rio Zahuapan. La familia de los Anatidae (patos) era la mas común y había ocho especies que eran migratorias como son: el pato de collar, el pato pinto, la sarseta de alas azules, el pato chalcuán, la sarseta de listas verdes, el pato cuaresmeño, el pato colorado y el pato golondrino. (Rojas, Paulino. “Los patos silvestres en México”, en Revista de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, México, Tomo XV, No. 14, Diciembre, 1954: 106-137). Además, la única especieresidente de Tlaxcala era el pato trigueño y junto con los demás eran un recurso indispensable como fuente de carne durante el invierno y apreciados por sus plumas para tocados o instrumentos (Valadez, R. y M. C. Serra. “Aprovechamiento de los recursos lacustres en la cuenca de México: los patos” en Anales de Antropología, México, UNAM, Vol.XXIII, 1986:80).
De la misma forma, tenían pleno conocimiento de la época de madurez de animales adultos como los venados o los berrendos que eran cazados y evitaban matar a las crías para no desencadenar una extinción de las especies y mantener de esa forma un equilibrio. Muñoz Camargo menciona lo siguiente:
“Andan juntos en manadas de veinte en veinte y de treinta en treinta, y de ciento en ciento (…) Están por el mes de Septiembre muy gordos y hermosos que han acabado de mudar y descorrear las aspas. Hacen grandes daños a los naturales porque les comen sus maíces y cementeras, mayormente cuando se hallan cerca de donde las hay” (Muñoz Camargo, Diego. Historia de Tlaxcala, -Ms. 210 de la Biblioteca Nacional de París- México, Gobierno del Estado de Tlaxcala, CIESAS, UAT, 1998: 276-277.).
Un caso especial, es el método utilizado para cazar felinos que consistía en que:
“Los cazadores diestros, en echando la primera saeta, si el tigre la hizo pedazos toman una hoja de un árbol de roble o de otro árbol semejante, e híncala en la saeta y tiran con ella al tigre; y la hoja así puesta hace ruido así como cuando vuela una langosta, y cáese en el suelo al medio del camino o cerca del tigre, y con esto se divierte el tigre allegar la hoja que cae, y llega la saeta y pásale, o hiérele; y luego el tigre da un salto hacia arriba y tornando a caer en tierra tornase a sentar como estaba de antes y allí muere sentado sin cerrar los ojos, y aunque está muerto parece vivo”(Sahagún, Fray Bernardino Op. Cit. 621- 622.)
Otra forma de capturar animales era cuando llegaba la época de secas y escaseba la comida, las personas que se dedicaban a hacer augurios y junto con la población, se congregaban para llevar a cabo una cacería ritual en los montes y estos portaban arcos, flechas, redes u otros instrumentos de caza. Iniciaban rodando el cerro hasta encontrarse con venados, jabalís, y otros animales salvajes. Los atrapaban para abrirles el cuerpo y sacarles el corazón, al igual con la panza para buscarles hierbas verdes o sino algún grano de maíz o frijol germinado lo cual significaba que ese año sería abundante para las cosechas y no habría hambrunas. Sin embargo, si en el buche se localizaban hierbas secas era presagio de mal año hambres. (Ibid: 161-162).

OCOTELULCO COMO CENTRO URBANO CONSUMIDOR DE FAUNA SILVESTRE.
La urbanización que caracterizó a Ocotelulco y a los pueblos cercanos, provocó la desaparición de fauna silvestre local propiciando el comercio con otras entidades alejadas del señorío principal para obtener animales como recursos alimenticios y religiosos.  Por un lado, se han identificado en contextos arqueológicos restos de venado cola blanca, berrendo, liebre, conejo de monte, conejo castellano, ardillón, ardilla de tierra, tuza, pato, codorniz pinta, cacomixtle, tejón y peces de agua dulce y salada que probablemente fueron consumidos dentro de su dieta y que se obtenóan por medio del mercado o tributo. Los restos óseos de algunas de estas especies encontrados en las excavaciones realizadas, presentan huellas  de haber sido consumidos en diversas formas.  Algunos fueron hervidos o asados y exhiben huellas de cortes cerca de las epífisis que permitieron separar tendones y carne. Los restos de algunas especies se aprovecharon para fabricar instrumentos o ropas como por ejemplo, del venado y berrendo, obtenían astas que funcionaban como percutores, la piel para vestidos, los huesos largos para manufacturar punzones, agujas o adornos y, por último, los tendones que fueron usados para la fabricación de arcos y flechas.
Otra de sus funciones que tenían los animales silvestres fue su uso religioso porque cada especie tiene diferentes connotaciones simbólicas. Por ejemplo, se han identificado codornices decapitadas asociadas a vsijas policromas que funcionaron en ceremonias para clausurar espacios, restos de víbora de cascabel y tortugas de pozo usados durante los ritos acuáticos; también se ha identificado la presencia de restos de armadillo, pecarí, y pez asociado a estructuras religiosas. Por último, las garras y falanges de puma fueron utilizadas para la perforación de narices o labios durante la ceremonia de iniciación de señores o tecuhtlis. (Muñoz Camargo, Diego Op. Cit. 87-88).
Por lo tanto, la población de Ocotelulco satisfizo sus demandas por medio del comercio con asentamientos rurales o por el tributo que obtenían de pueblos vencidos. Otros productos llegaban de tierras lejanas como lo menciona Muñoz Camargo:
“ …traían pescados, y conchas marinas aquellos que los alcanzaban, y cacao, pita y frutas de extrañas maneras, animalias fieras, tigres, leones y águilas, lobos monas, papagayos, diversidad de géneros de animales y aves”(Ibid.154).
Probablemente, los pueblos rurales cercanos a la frontera norte de Tlaxcala y serranía de Zacatlán, como el Peñón, Atotonilco, Tecoac y Terrenate tuvieron la posibilidad de explotar su medio ambiente, pués dicha descripción corresponde a la fauna característica de aquella región. Por otro lado, asentamientos como Hueyotlipan y Quahtochco se especializaban en la cacería de berrendos, venados, conejos, liebres, codornices, y patos.  Los asentamientos de la región de Apizaco, como Atlangatepec, Xalostoc y Quimichocan quizá se dedicaron ala obtención de aves y conejos. Además, los poblados rurales cercanos  a la sierra de la Malinche se dedicaron a la obtención de codornices, venados y pumas.
Por último, existió un fuerte aprovechamiento del recurso lacustre para los asentamientos cercanos a las riveras de los ríos (Atoyac y Zahuapan) y lagos (Atlangatepec y Acuitlapilco). Los pueblos especializados en la actividad pesquera fueron Chimalpan, incluso la mayoría de las personas  se dedicaba a esto. Otros de igual importancia que pertenecían al  señorío de Ocotelulco eran Quauhtelolpan, Acuitlapilco, Atlapan, Xiloxochtlan, Coyuacan, Texoloc, Tepeyanco, Huactzingo y Axoxomanitlan. Por parte de Quiahuiztlan están Panotla y Tenanyecac.



Del Acervo…


La Colección de Malacates


Etnóloga Gabriela Llano Sotelo
Arqlgo. José Eduardo Contreras Martínez
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Dentro del acervo de materiales arqueológicos que resguarda la bodega y el Museo del Sitio de Ocotelulco, se encuentra la colección de malacates que contiene aproximadamente 150 piezas.
Los malacates son objetos de forma circular, casi cónicos en ocasiones, con una perforación central y regularmente son de barro cosido lisos o esgrafiados y en muy contadas ocasiones los encontramos pintados de blanco o con chapopote. Estos objetos generalmente sirvieron de peso en los husos para hilar, según su tamaño y peso se ha inferido su utilidad tanto para el hilado de fibra de maguey o para el de algodón. Parsons en su análisis de malacates del Valle de Teotihuacan, concluye tomando en consideración el diámetro total del artefacto, así como su peso que los malacates grandes y pesados de entre 32 g a 100 g sirvieron para hilar fibras de maguey, mientras que los pequeños y ligeros con un peso promedio de 10 g  fueron utilizados para el trabajo de algodón. (Parsons, Mary Hrones. “Spindle Works from the Teotihuacán Valley, Mexico”, Miscelanius Studies in Mexican Prehistory, num. 45. USA, Anthropological University of Michigan, Amer Anthrop, Michigan, 1973, 45-79, 16 lams. 127-137 1973). Los encontramos sin y condecoraciones, y de estos últimos hay algunos con diseños simbólicos de los cuales Noguera comenta que “…Debido a sus formas originales y a la decoración que ostentan, la que muchas veces es muy rica, ha sido motivo de que sean recolectados a profusión, y todas las colecciones particulares exhiben un buen número de ellos” (Noguera, Eduardo, La Cerámica Arqueológica de Cholula, México, Editorial Guaranda, 1954: 150).


Además de su uso comúnmente conocido para hilar, también se les ha encontrado relacionados a ofendas funerarias como es el caso de la tumba 7, de Monte Albán, donde se encontraron seis de ellos, de diferentes formas y en la cual no había más objetos de barro que estos. Alfonso Caso piensa que estos malacates formaban parte del tocado de uno de los individuos enterrados en la tumba, que por otras indicaciones parece haber estado disfrazado en los atavíos del dios Xolotl. En las representaciones de algunos códices, el tocado de este dios así como el de la diosa Tlazoltéotl por ejemplo, lleva siempre pequeños malacates de barro como ajuar funerario. (Caso, Alfonso, Ignacio Bernal y Jorge R Acosta, La Cerámica de Monte Alban. México, Edit. Libros de México, 1967). Recientemente (2000) en Tepetipac y explorado un entierro cuyo único objeto ha dejado como ofrenda fue el de un malacate.
El malacate es generalmente también un marcador arqueológico importante porque entre los pueblos del preclásico o formativo no se ha comprobado su empleo y aun en la cultura teotihuacana no se han encontrado en forma persistente y clara. En Tlaxcala se han encontrado malacates en sitios importantes ya que por ejemplo en Cacaxtla Diana López y Daniel Molina, reportan el hallazgo durante las exploraciones realizados por ellos, de 30 malacates, aunque como en el caso de Teotihuacan no se han encontrado de manera persistente y su relación con las etapas más importantes del sitio no es clara. (López, Diana y Daniel Molina, Cacaxtla, El lugar donde muere la lluvia en la tierra, México, Gobierno del Estado deTlaxcala, Instituto Tlaxcalteca de Cultera Y SEP-CULTURA, 1986).
Sin embargo el estudio que hace una referencia amplia el uso del malacate en las diversas etapas del desarrollo histórico prehispánico en Tlaxcala, es el realizado por Ángel García Cook y B. Leonor Merino Carrión. Su estudio se basa en el análisis de 243 malacates recolectados en superficie, y su área total de distribución de los sitios con la presencia de estos objetos es de 2000 kilómetros cuadrados. Con este material llegan a definir que en Tlaxcala se cuenta con la presencia de malacates a partir de la fase Tezoquipan (300 a. C a 100 d. C), correspondiente a un Posclásico mesoamericano y que bien pudieron tener su inicio desde un Preclásico Tarde (alrededor de 600 a. C) como lo indican seis elementos localizados para la fase Texoloc. Por otra parte y por características de algunos malacates, ambos investigadores infieren que se hilo algodón desde épocas muy tempranas, con toda seguridad a partir de la fase Tenanyecac (100 a. C) y quizá desde Tezoquipan, según lo indican los malacates de los tipos 2 y 8; aunque aclaran que también algunos de los malacates grandes y pesados pueden servir para el procesado de algodón, no así los pequeños para el hilado de las fibras duras o de maguey. Para la fase Prehispánica mas tardía (Tlaxcala) hay una disminución en el numero de malacates y que esto se debe a una disminución de la población y/o al hecho de que importara los tejidos de otras regiones. Que durante el “bloqueo” azteca a Tlaxcala, si se hilo el algodón, el cual con toda seguridad era importado. (García Cook, Ángel y Leonor B. Merino Carrión, “Malacates de Tlaxcala: intento de una Secuencia Evolutiva”, En Antología de Tlaxcala ll, Ángel García Cook y Leonor Merino Carrión (compiladores), México, Gobierno del Estado de Tlaxcala e INAH, 191-214: 1997).
A Ocotelulco, Hernán Cortés lo ve como parte de la ciudad de Tlaxcala y Muñoz Camargo en sus Relaciones Geográficas del siglo XVI, como un solo pueblo o señorío. Para entonces su importancia económica, política y religiosa es resaltada en la obra de estos y otros cronistas que en esa población ubican a un gran mercado regional y al mas importante templo de su principal deidad; Camaxtli. (Motolinia, Fray Toribio. Historia de los Indios de la Nueva España, México, Editorial Porrúa, Colección Sepan Cuantos, no. 129, 1984).
Pueblo o barrio de la ciudad de Tlaxcala, Ocotelulco se dividían en ciñendo unidades que fueron Cuitlixco, Tecpan Ayapanco, Tlamaohco, Chimalpan y Contlantzinco. (Reyes, Luís “Experiencias de Investigación Histórica Regional”, en Revista Tlacayotl 1, Tlaxcala, México, Centro INAH Tlaxcala y Departamento de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, 1994: 33-37).

A principios de la década de los años 90s se efectuaron exploraciones arqueológicas en terrenos de los que antiguamente fue el señorío de Ocotelulco. Así, se excavo en el terreno que se localiza al norte la iglesia del pueblo actual de San Francisco Ocotelulco y en un terreno del de Acxotla del Río. En San Francisco Ocotelulco se localizaron dos conjuntos diferenciados espacial y estructuralmente, así como un pequeño espacio ceremonial. En Acxotla del Río los pocos metros explorados (9 metros cúbicos aproximadamente), fueron identificados como pertenecientes a una área de desechos donde fueron recolectados entre otros objetos; ocho malacates. En total, el numero de malacates recuperados y analizados en estas dos secciones de lo que fue el pueblo prehispánico de Ocotelulco fue de 112, es decir, su presencia significativa por los pocos metros que se han explorados en el lugar y si se comparan con la extensión trabajada por el Proyecto Arqueológico Puebla Tlaxcala dirigido por el maestro Ángel García Cook y que ya comentamos con anterioridad.
En principio los malacates encontrados en Ocotelulco son indicadores de un gran trabajo textil en el cual el hilado tanto en fibra de maguey como el de algodón tuvieron una gran importancia tal y como lo demuestran los siguientes datos. De los materiales recuperados, los malacates grandes con un peso que se sitúa entre 30 g y los 105 g fueron cuarenta y siete; aquellos situados entre los 20 g y 25 g fueron diez. De ambos, su tamaño y peso han permitido clasificarlos y definir el uso para el que fueron destinados. Estos primeros cincuenta y siete malacates descritos pudieron ser utilizados para el hilado de fibra de maguey fundamentalmente, aunque su tamaño permitiría también el hilar el algodón como ya se ha mencionado.
 Hay otros malacates de menor tamaño y cuyo peso se sitúa entre los 5 g y 15 g, su empleo pudo darse para el hilado del algodón solamente y de los cuales se han contabilizado 55. Sin embargo es de destacar que de estos hay cinco profusamente decorados en algunos de los cuales se pueden distinguir elementos de gran significado simbólico como plumas, ojos estelares y estrellas que probablemente representen a Venus.
Estos malacates nos muestran huellas de haber sido usados y por ello pensamos que su función se circunscribió a un uso ceremonial aun no identificado en nuestro estudio. A otros cuatro de estos malacates pequeños se les aplico chapopote y a otros seis se les aplico pintura blanca. Precisamente estos últimos malacates son identificados a los tipos encontrados en la Tumba 7 de Monte Alban en Oaxaca. Todo ello nos hace pensar en el gran significado simbólico que se pudo haber tenido para los malacates usados en le hilado del algodón, ya que este era el material con el cual se confeccionaba el vestido de los nobles y gobernantes. Los indios de México lo consideraban un regalo de los dioses e incluso en ocasiones se ofrendaba al poder sobrenatural. Tlazoltéotl, diosa de la sexualidad y tejido en su tocado llevaba una venda de algodón similar y dos malacates y usos que servían para ello. Además debido a la gran estima que se tenía a este material, pequeñas mantas de algodón fueron empleadas como moneda o material de cambio.
En dos malacates grandes se observan también diseños complejos relacionados a aspectos rituales. Uno de ellos muestra un corazón seccionado a la mitad y de el sale un torrente decorado con chalchihuites que es la representación de la sangre sacrificada. Otro de ellos muestra como decoración, plumones de algodón semejantes a los observados en algunos códices y que aparecen formando parte del tocado de  aquellos dioses estelares.
Tanto estos malacates como aquellos de menor peso y tamaño con decorado simbólico, constituye tipos no reportados por el Proyecto Arqueológico Puebla Tlaxcala. Este proyecto reporta diez tipos de los cuales ocho de ellos aparecieron durante las exploraciones realizadas en Ocotelulco. Solo el tipo uno, identificado como malacate grande y sin decoración y el tipo cinco, no están presentes en la muestra.
Los malacates encontrados en Ocotelulco demuestran la importancia que tuvo la industria textil durante el Posclásico Tardío tanto en fibra de maguey como en algodón. Del primero de estos productos, fuentes históricas regionales resaltan la gran producción de plantas de maguey que se tenia en Tlaxcala durante la época prehispánica y del segundo, el cual debería forzosamente traerse de otras regiones menos altas y frías, se reporta una estrecha relación comercial y política. Por ello, a pesar del intento de los mexica por bloquear económicamente a Tlaxcala esta continúo promoviendo sublevaciones importantes en particular de aquellos pueblos que les abastecían algodón y sal. Por ejemplo las fuentes describen como se sublevaron los pueblos de Ahuilizapan y Cuetlaxtlan al ser incitados por los tlaxcaltecas, y en la Mixteca el pueblo de Coixtlahuacan recibió ayuda de estos y de los huexotzincas para atacar Tlachquiahuco, aliados de los mexicas. (Torquemada, Fray Juan de, Monarquía Indiana, México, Editorial Porrúa, Colección Biblioteca Porrúa no. 41, 1986.
Davies, Nigel. Los Señoríos Independientes al Imperio Azteca, México, INAH, 1966).
Por otra parte los malacates hallados en el lugar, se relaciona con la diferencia sobre la importancia económica del mercado regional que se encontraba en Ocotelulco, en el que, sin duda alguna, la producción textil fue parte fundamental de ello.
También se puede distinguir que el malacate de algodón llego a constituir un emblema ritual de gran significado, quizá porque con el se trabajaba uno de los materiales mas apreciados por los pueblos del México antiguo. Los malacates, al igual que todas las manifestaciones, son una fuente inagotable de testimonios culturales, evidencia de sus tecnologías de producción, ya sea agrícola, cerámica, textil, etc. Sus formas y técnicas decorativas hablan de la tecnología empleada, de la distribución en el tiempo y espacio, así como de las interrelaciones culturales. Los motivos decorativos nos acercan a su concepción religiosa.